martes, 25 de agosto de 2009

Palabras que pisan


Debía tener dos años. El tambor que aporreaba hacía más bulto que él. Estaba en lo alto de la cuesta que yo estaba subiendo. Por el camino me había cruzado con su hermano mayor que tendría unos cinco años y también aporreaba un tambor. Le seguía el padre de las criaturas que bajaba la cuesta con paso cadencioso y unos metros más allá la mamá de los dos "tamborileros". No había llegado yo a la altura del papá cuando veo como éste se para y dirigiéndose a su señora, parada unos cinco metros más "arriba", le dice en tono cariñoso:
- No te pares, si te paras, él también se para - refiriéndose al más pequeño de sus hijos, parado en lo alto de la cuesta.

Su compañera de vida, la "madre de sus hijos", el referente futuro de sus retoños retira la mirada del "pequeño tamborilero", la clava en "su marido" y le contesta toda airada:

- No me da la gana que se quede sólo. Vale?.


"Vale", debieron pensar él y su educación, porque optando por un comedido silencio siguió bajando la cuesta, que yo subía, prestando especial atención a su hijo mayor, no fuera a cruzar la calle un poco más abajo.
"No vale", pensaron su autoestima, sus sueños, sus años de convivencia, su porvenir y el dolor que latía en sus pupilas.
"No vale", gritaba su cuerpo curvado, su mirada ausente,
y su mandíbula apretada.

NO, "no vale", pensamos yo y mi educación. NO VALE.

Un "No me gusta que se quede sólo, Carlos (o como se llamara el papá)" o un "Es muy pequeño, aún no estoy preparada para perderle de vista. En cuanto pase delante mío seguiré andando" en tono preocupado (que no airado) hubiera estado mucho mejor.


Hay palabras que pisan,

hay pisadas que echan raíces y dejan huellas... en el alma.


Yo me pregunto:

¿A esto se refieren cuando dicen que "la confianza da asco"?.

¿De eso se trata? ¿De "pisar" o "ser pisado"?.

lunes, 17 de agosto de 2009

Bienvenidos.


Palabras prestadas...
"La complicidad que deseo tejer con ustedes, los habitantes del otro lado de la palabra, es una complicidad crítica, de mutua inspiración. Aviso de que tengo mis reglas: no creo en los pensamientos dogmáticos, me rebelo contra las respuestas prefabricadas, odio los prejuicios, no me asustan los poderes terrenales, y los divinos no me hablan. Soy a todos los efectos, una militante de la duda, una constructora de interrogantes, y no aspiro a convencer con mis respuestas. Sólo aspiro a motivar preguntas. Radicales, incómodas, abruptas, quizás indomables preguntas. Pero, ¿no es eso la libertad?".

Bienvenidos a este nuevo espacio donde la palabra será bálsamo o corrosivo, estilete o cicatriz, leída o escrita, siempre escuchada y en ocasiones prestada...