domingo, 22 de noviembre de 2009
Días para el diablo
Todas las organizaciones serias detestan los tiempos muertos. En la antigua mili la obsesión de los mandos era evitar los tiempos muertos del soldado, en los que pudiera caer en la funesta manía de pensar. En los colegios de curas los tiempos muertos eran agujeros por los que entraba el diablo para tentar la lascivia febril del adolescente. En una empresa lo más importante es estar haciendo siempre algo, aunque sea en dirección equivocada. Se dice que los tiempos muertos son buenos para la literatura, pero de eso nada: un escritor que cae en la indolencia puede quedarse hundido en ella durante años, o para siempre. En la política los tiempos muertos surgen tras las elecciones, cuando unos están, pero no son, y otros son, pero no están. Contrariando la sabia receta de Santa Teresa (en tiempo de tribulación no hacer mudanza) son tiempos a la vez de tribulación y de mudanza.
DE SILVA, P.:La nueva España, 29-III-2004.
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